CARTA DEL DIRECTOR II

MÁS LEÑA AL FUEGO.

Estamos en crisis, creo que ya nadie lo duda. ¿Es tan grave como la pintan? ¿Es aún peor y nos lo ocultan para no crear alarma social? No lo sé. El ciudadano de a pie no lo sabe. Son pocos los que lo saben en realidad. Por eso voy a proponer otro enfoque a nuestras conversaciones y actitud. Seré un tipo raro, que va contra corriente con este mensaje, pero es lo que creo.

¿Por qué en periodos de crisis se proyectan más películas y series de terror en televisión, cuando lo que hacen falta son comedias?

Ahora que todo parece dramático, una crisis que se alarga y enquista, un “círculo vicioso destructivo” en que los recortes para reducir la deuda amputan las posibilidades de crecer y crear riqueza con la que pagar esa deuda, ahora es cuando menos hay que transmitir un mensaje derrotista. Los estadounidenses distan mucho de ser perfectos, pero de economía parecen saber algo más que nosotros (los de esta Union Europea que es poco más que aquel proyecto de mercado común del ECU). El New York Times ya le insinuaba hace unas semanas a Frau Merkel que no se centre en recortar sino en crecer. Si nos cortamos las manos no necesitaremos guantes, pero tampoco podremos trabajar. Ni comprar, que los países periféricos somos los principales clientes de centroeuropa y si estrangulan nuestros bolsillos…

Cuando la economía está fuerte, las bolsas con un optimismo desbordante, el dinero circula con alegría… es cuando hay que transmitir prudencia, frenar la euforia etílica de una ascensión sin techo. Como dicen los anglosajones, retirar el ponche en medio de la fiesta. Pero… ¿Quién se atreve? Las agencias de calificación no sirven para nada, pues no han permitido con sus valoraciones poner en evidencia valoraciones infladas, evitar que se hinche la burbuja. Rebajar la calificación a toro pasado lo hago yo también y gratis. La CNMV no ha velado por los intereses de los accionistas en OPVs de empresas sobrevaloradas, ni las auditoras, ni… nadie.

Una y otra vez la historia se repite, desde la burbuja de los bulbos de tulipán en los Países Bajos allá por el siglo XVII, por no remontarnos a la primera burbuja inmobiliaria en tiempos del Imperio Romano. Son ciclos, siempre los habrá. No luchemos, entonces, contra la naturaleza humana. Es muy fácil ver todo a posteriori, así reconozcámonos limitados como predictores de crisis, pero pongamos manos a la obra. Ahora lo que hace falta es animar a todo el mundo, hacerles olvidar la realidad que ya conocemos, y darles motivos de esperanza. Como administradores de fincas tenemos la oportunidad de hablar con muchas personas. En lugar de contagiar pesimismo transmitamos energía positiva. Al margen de lo profesional, todo el mundo se siente atraído e inclinado a acercarse a aquel que ofrece seguridad, optimismo, esperanza.

No se trata de transmitir una falacia de que todo se arreglará sin esfuerzo, sino de que se arreglará. Para ello hay que ser positivo, constructivo, tener motivación para luchar. Y crear un ambiente sin crispación ayuda mucho. Abandonemos las conversaciones sobre la crisis, veamos películas de humor, sustituyamos en prensa las noticias negativas por las buenas, aunque no vendan. Poco está en nuestras manos para cambiar el curso de la macroeconomía así que sugiero que nos centremos en nuestro día a día, nuestro entorno cercano, lo que sí podemos controlar y mejorar. Todos estos granitos de arena sumarán al final.

Einstein afirmó que las crisis son necesarias, que son las que ayudan a la humanidad a avanzar. Son fases traumáticas, como la enfermedad, pero que ayudan a fortalecer el cuerpo. Como dijo Nietzsche, lo que no te destruye te hace más fuerte.

Dejemos de echar leña al fuego, de la euforia y de la derrota.

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