CARTA DEL DIRECTOR IX

Formación

El Administrador de Fincas Colegiado es un profesional de los más completos que hay. Sus conocimientos abarcan cuatro pilares básicos: Jurídico, Económico o Financiero, Técnico y Sociológico. Todo colegiado procede de una de estas ramas, Derecho, Económicas, Arquitectura… y, por tanto, dominará ese pilar. Pero necesita adquirir o reforzar sus conocimientos en el resto. De ahí la importancia de la Formación Continua y del Reciclaje de los Administradores de Fincas Colegiados. Así se ofrece una mayor garantía a las Comunidades de Propietarios.

Los Tribunales reconocen la necesidad de una preparación adecuada del administrador. De muestra vale un botón: la sentencia 1198/2010 de la Audiencia Provincial de Cantabria que reconoce que, al amparo de la LPH, el administrador deberá contar con la “cualificación profesional suficiente y legalmente reconocida para ejercer dichas funciones”. Es decir, una preparación suficiente y acreditada por algún título legal.

En España hay 25.382.415 viviendas. De ellas, más del 80 % están administradas por un administrador de fincas colegiado. Es decir, la inmensa mayoría de los propietarios reconocen la necesidad de que su hogar esté bien administrado, por alguien cualificado y de garantía.

Cree el ladrón…

No es nuevo escuchar insinuaciones e incluso acusaciones de que determinado administrador tiene un interés particular en la elección de un contratista o en incurrir en determinadas obras, de robar a la comunidad, de engañarla… Se olvidan esos acusadores de que los seres humanos solemos proyectar mentalmente en los demás nuestros pensamientos y sentimientos. Es decir, que solemos, de forma inconsciente, pensar que los demás son como somos nosotros, aunque sea en esas facetas que negamos de nosotros mismos. Me explico: el que es desconfiado, el que aprovecha la oportunidad para colarse en el metro, irse sin pagar de una tienda o directamente hurtar en el trabajo o quitarle el boli al compañero, el que suele mentir… aunque no reconozca esos defectos en uno mismo los cree reconocer en el de enfrente. Y eso es porque los conoce bien.
También el confiado, el trabajador, el sincero parte de considerar así al resto, por mucho que racionalmente sepa que no todo el mundo es así. No podemos evitarlo, inconscientemente vemos a los demás como somos.

Y es que el ser humano no es racional, sino emocional. Y una cosa es lo que pensamos, previa reflexión o no, y otra lo que sentimos. Casi en la totalidad de los casos obramos por instinto, por inercia, con prejuicios, con las emociones inconscientes que nos transmiten los demás y la experiencia emocional heredada de nuestra experiencia.

Nadie da duros a cuatro pesetas. Otro sabio resumen de la realidad. Mucho daño a la imagen profesional del administrador de fincas colegiado la han causado los intrusos, aquellos individuos no cualificados que sí procuran aprovecharse de las comunidades. Da igual ofrecer honorarios bajos porque van a obtener beneficio con obras imprevistas, comisiones y averías múltiples. Es como aquellos dentistas al más puro estilo sacamuelas que donde no hace falta más que un empaste diagnostican la extracción de la muela, donde apenas cobran por una ortodoncia… pero luego la minuta se encarece por el uso del sillón y hasta el vasito de plástico para enjuagarse la boca. No dura lo mismo una bombilla comprada en los chinos que donde el electricista de siempre. Es cuestión de la relación calidad-precio, como todo.

Algunos vecinos, siempre la minoría, sospecha del administrador, igual que sospecha del panadero, del funcionario del ayuntamiento, del taxista, del abogado o del médico. Esa minoría que, aunque lo parezca a veces, no representa al resto de vecinos. sospecha de lo que él haría si estuviera en su lugar. También es curioso que, no siempre pero a menudo, ese instigador de sospechas carece de modales y buena educación. Cree tener razón si grita e insulta, olvidando que, de nuevo, su comportamiento es el reflejo de su personalidad.

Se olvidan también, de que el Administrador de Fincas Colegiado es su aliado, el que defiende los intereses de la comunidad. No por un altruismo mal entendido, sino porque es así como los propietarios mantendrán su confianza y le renovarán en el cargo, pues su objetivo es estar muchos años trabajando. El Administrador de Fincas Colegiado está del lado de la comunidad, es el amigo de la comunidad.

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